El abuelo del abuelo de mi tatararatararabuelo materno tenía un amigo
que se llamaba Carlos Perrault. Pues bien, un día, como esa noche no ponían
nada en la tele, le contó una historia donde le decía que hubo una vez una princesita que, por una maldición
de una bruja se pinchó con un huso envenenado.
Bueno, pues menos mal que otra hada que
pasaba por allí, y que esa era buena, la durmió durante 100 años, pero no para
cambiarle el sueño, no, sino para neutralizarle el veneno que la bruja le
había inoculado. Bien, pues pasaron algunos años más hasta que un día acertó a pasar por allí un príncipe que al informarse de su estado, se preguntó
- La verdad, demasiada siesta me parece para un adulto.
Así que, ni corto ni perezoso, atrayéndola hacia sí con infinita
delicadeza, dejó entre sus delicados labios un beso tan lleno de amor que la princesita se preguntó...
- ¿Pero quién me ha dado ese beso de enamorado que me ha parecido de todos el mejor que me han dado?
- Pues fui yo, mi bien amada - respondióle el príncipe.
- Pues ya lo estás repitiendo príncipe mío, que el tuyo a poco me deja otra vez sin sentido.
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Entonces Un músico que por allí había, creyéndose todo lo que D. Charles le había contado a mi tararataratatabuelo, compuso este vals que quedó así de bonito.
jueves, 14 de julio de 2016
LAS FAROLAS DEL BULEVAR
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Aún recuerdo aquella noche
cuando, al otro lado de la calle, sonaba una canción de esas tan nostálgicas y parisinas saliendo de una ventana. Mientras, el aire se teñía de ese tono tan amarillo
con que alumbraban las farolas del bulevar ¿sabes...? Nunca más volví a verla
- me dijo como si la añorara más que la quiso.
Yo diría que medio
compungido. Bueno, quizás no sea esa la palabra, pero añorar sí que la añoraba
¿Pero por qué no iba a añorarla? A veces los amores añorados parecen los más bonitos quizás porque siga permaneciendo en nosotros esa duda
- Se llamaba Françoise -
siguió diciéndome - y era bella como un otoño en mitad de una primavera.
- Yo creo y no sé la razón -
le dije - pero las francesas suelen ser
con frecuencia excesivamente valoradas. Parece como si hubiera en ellas
algo de leyenda, de misterio, tanto en su forma de hablar como de amar y hasta de comportarse.
- Eso pasaba pero por usar siempre el patronímico. Entonces daba igual el lugar de
donde fuese. Por ejemplo, imagínate que tú oías a alguien decir... ¿sabes que
Ramiro está saliendo con una sueca? ¿Te has enterado que Pablo se
ha liado con una portorriqueña? ¿Sabías que Carlos está viviendo con una
brasileña? Ahora vuelve a imaginar pero a las tres chicas ¿a que ninguna te parece que baje del nueve?
- Pues sí...
- Sin embargo, las excepciones aparecen cuando no nos vamos tan lejos. Por ejemplo... ¿Te has enterado que Alfredo está saliendo con una chica de Zamora?
- Joderrrr... es que tú
también...
- Bueno, pues en el caso de
Françoise, te aseguro que el patronímico no le hacía ni falta. Igual daba, ella era otra cosa.
lunes, 11 de julio de 2016
NI MUCHO MENOS SOY EL MEJOR
A veces, cuando caminaba yendo de su barrio al de ella, aquel muchacho se preguntaba si era merecedor del cariño que su amada le demostraba. Por eso, sin recibir nada a cambio, él siempre pensó si fuera necesario, dar hasta la vida por dormir una noche en sus brazos.
Recordaba que una vez ella le dijo que no había soledad más bonita que la que se vive juntos, aunque en ese momento no se estuviera.
COSAS QUE SE ME OCURREN Y A VECES GUARDO
1.- Nunca le niegues a un hombre el derecho
a ponerse tierno - le dijo una vez, aún no se sabe quién... a una sorda.
2.- Una noche de larga charla pausada, en
la que mi amante y yo nos sincerábamos, ella me aseguró que jamás me había
engañado con nadie.
-
Pues no sabes el peso que me quitas de encima pues yo creía que...
- Además – me cortó rápida – te juro que de
ahora en adelante no volveré a hacerlo.
3.- De verdad, de verdad te lo digo que no
estoy segura si anoche llegamos a besarnos.
- ¿Pero cómo puedes dudar de eso, mujer?
- Ay, hijo, es que estaba todo tan
oscuro...
4.- Desde luego tienes mucha razón que
aquella anoche fue inolvidable pero... ¿quieres creer que ahora mismo no caigo
de qué noche me hablas?
5.- Había llegado a la ciudad por la noche.
Al día siguiente se levantó muy temprano y, siguiendo al dedillo las
recomendaciones de una amiga, ocupó la mañana en visitar una ermita del siglo
XIII, unos frescos de una pequeña colegiata que había por el centro, y
finalmente un recoleto museo de cerámica.
Al atardecer, cruzado de piernas, se sentó
a ver pasar la gente desde la terraza de un agradable Café, y fue a partir de
entonces cuando empezó a pasárselo bien.
6.- Lo mejor de besarse en un cómodo sofá de esos
de cuero, es acabar luego, rodando los dos por el suelo.
7.- Entrada la madrugada, a la vera del mar
en un día de verano, sintió de pronto su cuerpo agradablemente relajado. Fue al
escuchar su risa envuelta en papel de regalo.
Desde luego es que hay algunos que tienen
una suerte...
8.- Lo más triste de aspirar tanto a ir al
cielo, es que tus mejores amigos no se encuentren allí luego.
9.- Él siempre pensó sentarse en sus pestañas a horcajadas, para extasiarse con sus ojos así hasta
la madrugada.
10.- Sigo queriendo tanto a aquel amigo de
mi infancia, que no dejo de tenerle presente en mis oraciones. Y eso que yo
nunca rezo.
11.- No es por presumir pero ¡qué precioso
tengo hoy el ombligo! ¡Pero si cada vez lo tengo más redondito!
Y entonces, cuando más absorto aquel muchacho se lo miraba, llegó un tipo y le birló la novia. Pero no contento con eso, volvió después y se llevó las pelusillas.
12.- No suele saberse muy bien qué cobardía
es la mayor: Si la de plegarse siempre ante los fuertes, o la de por una sola
una vez en la vida, envalentonarse con un débil. Yo desde luego no tengo dudas
¿y tú...?
13.- Nunca me sentí mejor que aquella vez
en que, haciendo muy feliz a un amigo, ni él ni nadie se enteraron nunca de que
fui yo el causante de aquella felicidad.
14.- Señor... si me lo permite, voy a
matar al hombre que pervierte a su mujer hasta hacerla gozar como una perra.
- Te lo agradezco mucho, mi fiel Alberto,
sabes que para eso, yo nunca tuve redaños.
Y el fidelísimo Alberto, lleno de pesares y remordimientos, entró en su habitación, cogió una pistola y se pegó un tiro.
15.- Siempre me molestó bastante ese aire
de superioridad con que suelen tratarnos los franceses. Es que llegaron a
compararnos hasta... ¡con los portugueses! ¿Pero qué les hemos hecho nosotros
para que nos comparen nada menos que con los portugueses?
- ¡Ostrassssss...!
16.- Aquella noche me encontraba tan bien y tan receptivo, que me hubiera dejado besar en la boca a poco que ella se hubiese
atrevido.