miércoles, 15 de junio de 2016



ESCENAS DE PELÍCULAS. LOS PUENTES

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Un manillar solo puede girarse una vez. Si lo dejas pasar, como ese último tren que sale, difícilmente podrás volverlo a girar.

Aquel día llovía como si hubieran enterrado a Zafra, y eso que allí, en Madison, nadie sabía quién era ese señor. El día estaba cada vez más oscuro y parecía tarde, y la tarde, noche.

Yo había dejado mi camioneta en la esquina, esperando que aparecieras porque no deseaba marcharme así, sin verte de nuevo aunque fuese la última vez. Por eso, en cuanto te vi salir de aquella tienda, me fui hacia el centro de la calle sin importarme nada ponerme como una sopa pues lo único que quería era volver a verte. 

Dentro de la camioneta, esperando a tu marido, se te veía desencajada y con la mirada triste. Pero yo lo estaba aún más, aunque procuraba con una leve sonrisa que no se notase. Y es que no quise aparentar tristeza alguna, aunque creo que no lo logré.

Cuando se puso tu furgoneta en marcha, os adelanté y luego quise aguantarla un poco para que, mientras el semáforo estuviera en rojo, se me ocurriera algo que solucionase aquella difícil situación, mientras le daba vueltas a la cadenita. Por cierto, allí sigue enredada, dentro de la camioneta, como se quedó desde entonces.

Bueno, pues allí parado, estuve lo que pude, incluso con el semáforo en verde, esperando que hicieses una locura ¡qué sé yo! como por ejemplo abrir de pronto la puerta, salir corriendo y escaparnos los dos rápidamente de Madison. Pero está visto que a veces me vienen cosas a la cabeza sin ningún sentido, porque eso a ti jamás se te habría ocurrido.

Nunca sabrás lo que me costó girar el volante hacia la carretera de la izquierda, ni lo triste que me quedé cuando enfilé mi camioneta hacia un lugar que no llevaba a ninguna parte, como así ha quedado demostrado después de estos largos años. Años en que sólo ahora he tenido el valor de enviarte esta carta.

Y es que nada puede ser más excitante que aquel amor prohibido al darnos cuenta ambos de que era, clandestino sí, pero el verdadero. Eso me dice también un amigo que tengo, cuando todas las mañanas, al levantarme, me mira a través del espejo.





3 comentarios:

  1. Era lo que necesitaba antes de irme a dormir esta noche.
    Gracias por regalármelo.
    Un beso.

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  2. Era lo que necesitaba antes de irme a dormir esta noche.
    Gracias por regalármelo.
    Un beso.

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  3. ¿Te gustó, Tracy? Pues me alegro. Un poco triste pero con mucha carga emotiva, como suele ocurrir en casi todas las despedidas.
    Otro beso para ti.

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