PAGAR POR ADELANTADO
Aquella noche le dije que ansiaba, más que nada, seguir oyendo su risa hasta que llegara el alba.
Aquella noche le dije que ansiaba, más que nada, seguir oyendo su risa hasta que llegara el alba.
Incluso que estaba dispuesto a pagar, si hiciera falta, dos docenas de besos y un par de caricias prolongadas.
Entonces ella me dijo con no poca delicadeza pero también con mucho tino y cuidado, que le pagara por adelantado.
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