domingo, 22 de septiembre de 2019

UN BESO Y NADA MÁS
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Recordaba que un día, siendo aún muy jóvenes, anochecía en el parque cuando, estando sentados ambos en el banco de madera que había junto a una farola que brillaba como una luna, ella le dijo:




- Bueno, un beso y nada más, eh, pero aquí no.
- ¿Entonces dónde? - le preguntó él impaciente y extrañado.
- Pues en la Marina y además mañana, hoy ya no, Manolo, me tengo que ir.
- Bueno, pero mañana, eh. No se te olvide - dijo con decepción pero con la arrogancia que le daba lo que él creía su derecho, viviendo como vivía arriba de sus pestañas.

Sin embargo...¡Cuánto hubiera dado en este momento no por un beso nada más! pues le hubiera bastado con mirarla muy de cerca durante lo menos dos minutos. 
Aun así, qué extraño le parecía ahora ese pensamiento después de haberse bañado ya en playas de tantos colores, algunas llenas de verdosas algas y otras hasta con tiburones.


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