domingo, 3 de enero de 2016




TE LA ENCONTRASTE Y LA ABRISTE

.
Comenzaba enero cuando hoy te abrigaste bien y te fuiste a pasear por la playa. Pensabas en esas cosas que se piensan estos días como... cambiar de vida, arriesgar más con osadía y echar afuera, de una gran patada, a la monotonía.

Cuando en eso pensabas, de pronto una gran ola rompió extendiéndose generosa por toda la playa, echando a rodar una vieja botella que fue a parar a tus pies. Entonces, te agachaste, la abriste y, tras un ruido ensordecedor, te caíste de espaldas de espanto al ver como surgía de ella un enorme gigantón envuelto en una nube de humo.

- Hola, no te asustes - dijo con voz cavernosa - porque me veas así de grandote, es que soy un genio al que acabas de liberar quitando el tapón de esta botella que me tenía prisionero desde hacía miles de años. Por tanto, nada más que por eso, te voy a conceder tres deseos que puedes elegir entre todos estos que te ofrezco:

Abrazar a ese amigo que hace ya tanto tiempo que no ves porque le perdiste la pista y jamás volviste a tener noticias de él.

Acostarte cada noche con la sonrisa puesta, porque a ti y a los tuyos os marcha todo muy bien.

Darte cuenta, ante el espejo, que ese vestido o esa falda tan ajustada, que es tu favorita, te sientan cada vez mejor.

Desaparecerá por fin de tu vida ese problema médico que tenías y que un día, con gravedad, te lo explicó un doctor.

Hoy te dirán más de una vez y seguro que más de tres pero sobre todo ya sabes quién... ¿Pero qué es lo que te has hecho en el pelo, criatura, que estás tan preciosa?

Esta tarde, te llamará de nuevo quien tú sabes para invitarte a tomar una taza de café a ese lugar en el que tanto te gusta conversar.

Localizar por fin esa música que andabas tanto tiempo tras ella sin saber ni título ni intérprete, y además en su mejor versión.

Mirar las estrellas tumbada, con tu nuca apoyada en el regazo de esa persona que tanto te gusta aunque él todavía no se haya dado ni cuenta pero sí que dijo un día que cuanto le gustaba tu nombre.

Llegar a casa con hambre y cansada y ponerte cómoda sabiendo que sólo tienes que calentar unos minutos ese plato que tanto te gusta.

Nada más despertarte, venirte esa sensación maravillosa de bienestar que, sin saber por qué, de pronto te ha recorrido el cuerpo, pero que en seguida recuerdas que es porque cada vez falta menos días para que eso que sabes ocurra.

Esta mañana te has dado cuenta que tu hijo te ha dicho muy claramente, aunque sin decírtelo con palabras porque así son ellos, que te quiere mucho más de lo que piensas.

Y por último, no es necesario que sigas pensando cuál de los tres deseos vas a elegir porque como me has caído tan bien, se te van a cumplir todos.

Por cierto... ¿sabes que cada día estás más bonita?



Carla Maffioletti. Caro nome.



2 comentarios:

  1. Agradezco tu entrada porque está llena de optimismo y buena honda.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Tracy, a veces eso se pretende pero no siempre se consigue.

    ResponderEliminar