jueves, 14 de julio de 2016



LAS FAROLAS DEL BULEVAR

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Aún recuerdo aquella noche cuando, al otro lado de la calle, sonaba una canción de esas tan nostálgicas y parisinas saliendo de una ventana. Mientras, el aire se teñía de ese tono tan amarillo con que alumbraban las farolas del bulevar ¿sabes...? Nunca más volví a verla - me dijo como si la añorara más que la quiso.

Yo diría que medio compungido. Bueno, quizás no sea esa la palabra, pero añorar sí que la añoraba ¿Pero por qué no iba a añorarla? A veces los amores añorados parecen los más bonitos quizás porque siga permaneciendo en nosotros esa duda


 - Se llamaba Françoise - siguió diciéndome - y era bella como un otoño en mitad de una primavera.
- Yo creo y no sé la razón - le dije - pero las francesas suelen ser  con frecuencia excesivamente valoradas. Parece como si hubiera en ellas algo de leyenda, de misterio, tanto en su forma de hablar como de amar y hasta de comportarse.
- Eso pasaba pero por usar siempre el patronímico. Entonces daba igual el lugar de donde fuese. Por ejemplo, imagínate que tú oías a alguien decir... ¿sabes que Ramiro está saliendo con una sueca? ¿Te has enterado que Pablo se ha liado con una portorriqueña? ¿Sabías que Carlos está viviendo con una brasileña? Ahora vuelve a imaginar pero a las tres chicas ¿a que ninguna te parece que baje del nueve?
- Pues sí...
- Sin embargo, las excepciones aparecen cuando no nos vamos tan lejos. Por ejemplo... ¿Te has enterado que Alfredo está saliendo con una chica de Zamora?
- Joderrrr... es que tú también...
- Bueno, pues en el caso de Françoise, te aseguro que el patronímico no le hacía ni falta. Igual daba, ella era otra cosa.



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