I LOVE YOU JUST THE WAY YOU ARE
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A Lady O´Callaghan le gusta escuchar las cosas que junto al
piano algunos le cuentan. Le agrada sentir cómo se sinceran con ella los que
solitarios o atados de manos por la incomprensión, le hablan con tan infinita
familiaridad.
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A Lady O´Callaghan le encanta el Café de Zhivago y cantar suave
cuando la tarde se va, y por supuesto vibrar cuando alguna noche se reúnen todos alrededor del piano y cantan unidos, como aquella vez hicieron la noche en que
tocó su primo.
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A Lady O´Callaghan le gusta la soledad a ratos. Vive sola en una
casa grande y es en ella cuanto se transforma y mejor se inspira cantando su
canción preferida, la que una vez compuso ensamblando trozos de conversación de
todo lo que de él había escuchado.
Tumbada en el sofá o sentada junto al piano repinta el aire de
recuerdos, de los recuerdos de aquel día en que, desmadejados por la madrugada,
él le confesó que la quería exactamente como ella era.
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A Lady O´Callaghan le sienta muy bien ese pelo del color del
cava cuando se pone a burbujear, sus ojos verdes como el de las esmeraldas en
la mina y esa boca que esboza el encanto de la imperfección más seductora
cuando sonríe, sueña o suspira.
A Lady O´Callaghan, cuando hasta por su mirada le salen las
notas, hay que escucharla con atención porque es entonces cuando mejor suenan
sus baladas. Y aún no llega al par de años cuando una noche camino de casa, él
le dijo que…
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- Jamás intentes cambiar por hacerme sentir bien, Lady, porque
yo ya me siento, ni te impongas una nueva moda, ni siquiera pienses en
cambiarte el color de tus cabellos porque siempre serás mi pasión silenciosa
aunque a veces no te lo parezca. Ni te esfuerces tampoco en que debamos tener
una conversación profunda o inteligente porque, lo que yo deseo es hablar
contigo ¿o es que te lo tengo que decir de nuevo? Te quiero exactamente como tú
eres.
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