REFLEXIONES EN LA TARDE
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Cuando a la hora de la siesta cavilo, meciéndome en mi hamaca de
cáñamo y lino, me gusta pensar en la placidez de esa tarde dorada que, en
silencio, entra por la ventana esperando que la invites a un café. Sueños de
amores perdidos en la insulsa temporada, para reaparecer en otoño con sus
rebecas abrochadas.
Literaturas mal leídas pero comprendidas, tras esta romanza que
tanto encandila. El regusto del café cargado, su aroma por toda la casa, el
paseo, la añoranza vencida y el bienestar de la palabra amiga. El futuro es
lindo, me contó ayer un espadachín de la palabra, argentino, que sableaba al
aire con decisión pero no con tanto tino.
Así que... déjate llevar, no te impongas obligación alguna, pero
observa, escucha y habla menos, lee cuando te apetezca y pon la música de
nuevo. Jamás intentes averiguar donde está tu destino pero, eso sí, tómate de
vez en cuando, muy tranquilo, la más bella copa del mejor de tus vinos.
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