LA BELLEZA DE LA MUJER DORMIDA
Tengo un amigo que cuando se desdobla de mi personalidad y al atardecer se sienta a descansar bajo el porche, si en ese momento siente algo de frío, se arropa echándose por encima unas escenas soñadas y también un poco de música.
Entonces, se queda mirando al firmamento, que comienza a brillar allí arriba, ocurriéndosele cosas que no sé cómo las piensa pero sí a quien las destina.
Una de las tardes cuando charlábamos solos los dos como tantas veces hacemos, me dijo que no había nada más bello en el mundo que observar a una mujer dormida que sueña y ¡ay! si después suspira.
Entonces, me da una rabia infinita - seguía contándome - porque me gustaría colarme en sus sueños para adivinarlos sin que ella se diera cuenta. Y es que un rostro que aparece tan divino, sólo puede ser consecuencia de soñar algo rebonito.
Entonces, me da una rabia infinita - seguía contándome - porque me gustaría colarme en sus sueños para adivinarlos sin que ella se diera cuenta. Y es que un rostro que aparece tan divino, sólo puede ser consecuencia de soñar algo rebonito.
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