jueves, 12 de septiembre de 2019

A TRAVÉS DE SUS VENTANAS. 
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La veía cada noche ir de habitación en habitación y, quizás por eso, me parecía como si la conociera de toda la vida. Y eso que nunca escuché su voz, ni siquiera cuando esta mañana hemos desayunado juntos en la cafetería de la esquina. Por cierto, una cafetería a la que no había ido nunca estando tan cerca. 

He desayunado en la barra, muy cerca de ella pero porque los taburetes estaban muy juntos que si no, no me hubiera atrevido a acercarme tanto. Me ha mirado al sentarme haciendo un gesto reflejo como si me quisiera hacer sitio.

Me acaban de traer el café y la tostada con aceite, ella estaba terminándose un cruasán con una mermelada en cuya tapa decía "cereza" Entonces se ha cambiado el pelo de lado. Me encanta cuando una mujer lo hace pues algunas lo aprovechan para mirar muy de pasada. No ha sido el caso o igual yo no me he dado cuenta. Como no estoy en lo que tengo que estar...

Está muy bueno el café, la tostada crujiente en la corteza, como a mi me gusta, y el aceite es también de mi agrado. Mientras miro hacia el oscuro espejo que tenemos delante, veo que se ha vuelto a cambiar el pelo de lado, aunque esta vez sí que le he sostenido la mirada pero a través del espejo, no os vayáis a creer.

Ha dejado 2´50 € sobre el platillo, se ha puesto en pie y cuando se colgaba el bolso para irse...

- Hasta mañana, Srta. Aloha - le ha dicho el camarero, y ella le ha contestado con una sonrisa.

Esta noche, al verla cruzar por las habitaciones, noté  en el aire un aroma a café, a cruasán y a mermelada de cerezas. 

De ventana en ventana, la sigo observando con agrado pero ahora, ni una sola vez, se ha cambiado el pelo de lado, aunque yo he sentido como si algunas de sus hebras me rozaran la cara a ratos.

Me encanta el pijama que lleva, le sienta muy bien, debe ser muy cálido, y mira por donde me hubiera gustado palpar el tejido para ver si era verdad que estaba tan calentito.







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