martes, 17 de septiembre de 2019


EL BOTIJO

.
Terminada mi caminata matinal, hoy me he dado cuenta que me encuentro más lírico y tierno que otras mañanas. Por eso, aprovechando la venida de esa arrebatadora inspiración, voy a dedicarle unas líneas al... ¡botijo!




Aunque ya hace tiempo que no sé de ti porque, como tantos otros, preferí las comodidades y el progreso, aún te recuerdo humilde botijo. Quizás me recrimines el que después de olvidarme durante años de tu esencia artesanal, qué bien me viene ahora acordarme de ti para dármelas de persona sencilla, tradicional y de la tierra, incluso para recordar aquella ocasión en que usé tu nombre para , en un partido de baloncesto, gritarle a un árbitro... ¡botijo!.

Te he usado, te he bebido de todas las formas, hasta cuando siendo un infante no sabía beber aún a chorro pues ni siquiera podía contigo y tenían que ayudarme. Luego, cuando como autodidacta aprendí a fuerza de chorreos y ya pude tenerte en vilo, me gustaba presumir, porque ya sabía respirar mientras bebía, de cuánto tiempo aguantaba sin que me cayera una gota.

Bebí de ti cuando fuiste sucio y descuidado, también cuando había restricciones y en el colegio sacaba Miguel uno, dándonos a beber como si fuera alpiste para paliar nuestra sed. O también cuando mi tía te mimaba aromatizándote con gotitas de anís y vistiendo tu boca ancha, tu boca hermosa, con esa funda de rocambolesco ganchillo para que no te entrara ni la Anopheles Claviger que era mu mala.

¡Oh arcilla porosa que por el fenómeno de la evaporación, enfrías tu agua para refrescar nuestras gargantas! ¡Oh, innata habilidad que, en el último envite, evita que se desparrame ni una sola de tus gotas sobre mi adolescente pecho! Aunque sí sobre la exuberancia del de mi prima Carlota que en cuanto se mojaba un poco, se me hacía largo un segundo para invitarla a que repitiera.

- Inténtalo de nuevo, prima, verás como ahora no se te derrama ni una gota...
- Ya, pero es que mira cómo me he puesto, primo, si se me nota todo.
- Qué se te va a notar, qué se te va a notar - le decía yo con esa habilidad para convencer que entonces yo tenía - va, otro chupito, verás como ahora sí.


¡Ay qué momentos aquellos, vividos en el carmen de mi tía! cómo me acuerdo de ti, botijo, cómo te añoro ¡oh pipo! ¡oh, búcaro! ¡oh piporro de mis recuerdos! y yo creo que hasta tatarabuelo de las huchas infantiles. ¡Oh rey de la alfarería! a la sombra colgado de un techo como el más fresco de los ahorcados, brillando en la penumbra como un sol de juguete, como un sol petimetre. ¡Oh, botijo! ¿pero donde te me has ido?

No hay comentarios:

Publicar un comentario