viernes, 13 de septiembre de 2019

LA HISTORIA DE ISABEL II, HIJA DE FERNANDO VII Y MADRE DE ALFONSO XII, NO COMO ME LA CONTARON SINO COMO EN REALIDAD FUE.

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Cuando su padre murió teniendo Maribel tres añitos, su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, tuvo que ejercer de regente hasta su mayoría de edad.


Pero como su tío Carlos, hermano de su padre, tenía el culillo de mal asiento y no paraba de enredar con lo de las guerras carlistas, en Palacio se aprovechó tal circunstancia, para adelantarle a la nena por ley esa mayoría de edad y así poder reinar la chiquilla ya con 13 años.

Pues ¡hala! a buscarle marido que para luego es tarde - ¡Ay, San Antonio bendito, ay San Antonio, qué trabajito cuesta echarse un novio, echarse un novio -. Y a la nueva reina cuando le presentaron aquel surtidito decía... Pues este no me gusta porque es muy feo, este tampoco que es pelirrojo, el otro que si tiene bigote - no sabía lo que se perdía - ese bajito es encima un carcamal, el rubito porque está todo el santo día mirándose en el espejo, y el primo Francisco ¡ni hablar! porque más parece Paca que Paquito. 


Claro que mirándola un poquito solo, también había que tener valor y ganas. Bueno, aquí tenía ya más de trece años, casi veinte.




Pero mira por donde... con este la casaron. Claro, cualquiera se atrevía a decir que no. Y es que la madre del novio era la tía Carlota, ya saben, la que le soltó con la mano abierta la guantá a Calomarde, el de manos blancas no ofenden, y  Ministro de Fernando VII. 


- ¿Pero se va a casar a pesar de ser homosexual? - dijeron unos plebeyos.

- ¿Qué homosexual ni homosexual? - exclamó el pueblo que era muy sabio - ¡De homosexual, nada, es maricón corriente!


Total, que la pobre niña que, por naturaleza, decían que era cuarto y mitad de ninfómana, tuvo que buscarse las holganzas fuera del matrimonio. Y a fe que las encontró con tenientes, capitanes, preceptores y hasta con ministros como Ferraz, Espartero, Narváez, Serrano, Cea Bermúdez... vamos, casi medio callejero de Madrid.

Y fruto de esas relaciones de amistad cuentan que tuvo once hijos aunque unos se malograron, otros fueron bien nacidos, y la mayor parte digo yo que darían en el poste. De todos, el mejor librado fue Alfonso XII, que según dijo ella, de su marido el niño no tenía ni un leucocito.

De Maribel II se cuenta la siguiente anécdota: Cuentan que un día ingresó en el Cuerpo de alabarderos un fornido mozo de ojos verdes y unos grandes bucles negros que le caían sobre la frente. Nada más verlo, la reina decidió que se echaría la siesta con él, todos los días a las cinco en punto, hora taurina donde las haya. Pero un día en que al de los bucles le fue imposible acudir al encuentro, habló con un compañero para que tuviera a bien sustituirle.


- ¿Pero estás loco? - le dijo el compañero.

- Nada has de temer, tú solo tienes que llegar a la alcoba a las cinco en punto, dar tres golpecitos en la puerta y entrar. Una vez dentro te desnudas y ancha es Castilla.

- Pero se dará cuenta y... además ¿qué le digo?

- No has de decirle nada, pues está prohibido hablar, en cuanto a lo de si se va a dar cuenta... eso de ti depende.

Total que una vez convencido, a las cinco de la tarde como un clavo, el joven da los tres golpecitos en la puerta, abre, se desnuda y... Venga alegría, señores, venga alegría.

Al terminar, se viste, abre la puerta muy despacio y, cuando ya se marchaba, oyó a la reina que decía...

- Joven, dígale a su compañero que, a partir de ahora, ya no es necesario que venga más, que usted da mucho mejor los golpecitos en la puerta.

Para que luego digan que Maribel II no tenía buen oído.



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