domingo, 15 de septiembre de 2019

ALELUYA
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Aleluya deberías decir por aquella vez que creíste que nunca más te miraría, pero aunque fuese ese solo instante, te equivocaste.

Aleluya deberías decir porque nunca más pensaste que te abrazaría, sin embargo lo hizo tan fuerte que hasta sus latidos sentiste.

Y Aleluya deberías decir porque al final del día, en la oscuridad de tu habitación y cuando ya no lo esperabas, se iluminó su nombre como una luciérnaga en la noche.

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