lunes, 23 de septiembre de 2019


LA VERDADERA HISTORIA DE SOR SONRISA

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Corría el año 1963 cuando el Presidente John F. Kennedy era asesinado en la ciudad de Dallas a manos de no se sabe quién... aunque me lo juren.



Pues bien, ese mismo año, en las listas Billboard de Usa, una canción comenzó a subir puestos hasta ponerse en el Top, superando incluso a Elvis y a los Beatles. La canción se hizo muy popular en todo el mundo, y se tituló Dominique, nique, nique. Bien, pues una monja llamada Jeanine, pero para el mundo musical Sor sonrisa, fue la autora e intérprete de esa canción. 

Jeanine había nacido en 1933 en una familia muy conservadora que notando ciertos comportamientos de la niña, según parece se hablaba de tocamientos torpes, decidieron cortar por lo sano y en un acto de inteligencia suprema, la metieron en un convento donde, como todos saben, allí eso de los tocamientos torpes... como que no.

Un día de ese 1963 y compuesta su canción, la Madre Superiora que era dominica y belga, pero no tonta, se puso en contacto con la discográfica Phillips para explotar aquel pelotazo que preveía. La superiora dio en la diana, repartiéndose entonces el botín entre la Orden y la discográfica.

Naturalmente Jeanine, no vio ni un franco y al protestar... la Madre Superiora le dijo:

- Pues no haber hecho el voto de pobreza, no te jode, esta.

Bueno, no sé si fueron exactamente esas las palabras pero es que yo traduzco muy mal del gabacho. Bien, pues aquello desembocó en una espiral en la cual Jeanine se salió del convento, se arremangó los hábitos, y se fue con su novia Annie tan ricamente
mientras la Hacienda belga le reclamaba unas regalías que ella, la pobre, nunca las había visto. Y como entre todos siguieron haciéndole la vida imposible, un día dijo

- ¡Bastaaaa! ¡zi me queréi… irze!

Pero como el Fisco y la Orden ya se sabe cómo son, no se fueron y siguieron haciéndole la puñeta, Jeanine se encerró una tarde con su novia Annie en la habitación y se pusieron hasta el culo (con perdón) de alcohol, barbitúricos y chupitas de carameloooooo.

Ella tenía entonces 51 años, y la Superiora menos vergüenza que el gato de una fonda. Esta fue su canción y su voz. Hay que joerse con el convento y lo que ocurrió allí dentro. 

Ah, y al Papá y a la Mamá, no te los dejes.


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