sábado, 10 de octubre de 2015



CAFÉ ZHIVAGO EN CONCIERTO


Cuando la parmesana Isabel de Farnesio, mamá de Carlos III, contrajo nupcias - ¡qué bonita palabra! - con el viudo Felipe V, contrataron como músico de su Capilla Real a Luigi Boccherini que además tocaba el violonchelo de muerte. Corría entonces... finales del siglo XVIII más o menos, creo. Es que hace ya tanto tiempo que muy bien no me acuerdo. 

Bueno, pues una tarde serena en que Boccherini me llamó por teléfono para tomarnos un agua de cebada en un merendero, me contó que había compuesto esta obra, inspirándose en los toques de corneta de los cuarteles que por allí había, y en los pasacalles que de vez en cuando se oían pasar amenizando la calurosa noche madrileña.

La melodía es muy bonita y los pizzicato que la acompañan, también. Así que pónganse los cascos, exciten al volumen y busquen su paz interior, ya verán cómo la encuentran.






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