sábado, 10 de octubre de 2015



ESE BÚHO TAN TIERNO QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO

- De verdad, de verdad te lo digo que no estoy segura si anoche llegamos a besarnos.
- ¿Pero cómo puedes dudar de eso, mujer?
- Ay, hijo, es que estaba todo tan oscuro...

EN TU CARMEN

¡Cómo recuerdo aquel jardín! el jardín de tu precioso carmen
cuando solos los dos tan rápida se iba la tarde.

Por entre las hojas del limonero, la luna asomaba redonda y llena
alumbrando de plata serena tus ojos de miel y romero.

Luego te quedaste dormida con ese bello gesto que en tu cara lucía con tus labios entreabiertos y mi mirada en ellos...
en ellos siempre prendida.

Antes de la madrugada y para alargar el deseo,
por las calles empedradas de tantas estrellas, en sus reflejos bajadas, nos fuimos a dar un paseo.

Hasta que regresamos y de nuevo en el carmen entramos
tú delante, yo detrás y mi alma y la tuya solas de la mano
yo detrás, tú delante con aquel andar inquietante.

La noche... fue una noche fascinante con silencios, sin tensiones, con caricias excitantes y unas tiernas alusiones.

¡Pero qué preciosa estabas! Aunque no tanto cuando dormías
después del mediodía, en el frescor de la tarde
bajo el limonero, con aquel atractivo tan suave
y ese adormecido gesto de tus labios entreabiertos.


PREGUNTA

¿Por qué en cualquier debate o discusión, en vez de afinar los argumentos, lo que casi siempre priva es alzar mucho la voz?


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