sábado, 10 de octubre de 2015



RECUERDOS

Aquella tarde, en el Café de Zhivago, algunas almas se empeñaban en latir al compás, hablando de sus recuerdos, sentadas en los dos sofás que había allí enfrentados.

- No sé por qué pero cuando se habla de recuerdos siempre se entiende que nos referimos a los buenos, como si los otros no lo fueran.
- Claro - exclamó la Gran Marquesa de Culoplano - no vamos a hablar de los que nos hirieron ¿verdad?
- Sí - terció el poeta - es como esos viejos amigos que, después de tanto tiempo se encuentran y brindan o se comprometen... ¡Por los viejos tiempos! dando por sentado que en aquellos viejos tiempos no hubo dolor ni tampoco decepción pues todos fueron buenos.

En ese momento, y a una señal de complicidad de Zhivago, en el piano de Lady O´Callaghan sonaron unas notas. Entonces otra vez Zhivago, agradeciéndole el gesto, se sentó con ellos y habló.

- Veo que habláis de recuerdos ¿no? Bueno, pues eso que está tocando Lady es una vieja canción de Dean Martin que, por cierto, la cantaba muy bien arrastrando las notas con esa forma tan peculiar que tenía él de cantar. 
- ¿Y que decía la canción si puede saberse?
- Pues más o menos y con otro poquito que yo me invento, venía a decir lo siguiente... 
Si tomamos un fugaz y espontáneo beso, se le añade una noche robada de estrellas y una muchacha y un muchacho haciéndose sombra el uno a la otra y viceversa, notarán que... los recuerdos están hechos de esto, pero... pero - repitió algo entonado notando que era atentamente escuchado por todos - tampoco hay que olvidar ese rayo de luna doblado como si fuera un sueño, dos pares de labios y dos copas de vino porque... seguro que los recuerdos están hechos de esto.

Entonces cerró los ojos, se levantó y, como si mirara al cielo sin ver, siguió...

- Como también me viene a la memoria ahora, aquel paseo que dimos de madrugada con la brisa sobre tu falda y el silencio de unas calles empedradas, sólo alborotado por el son de tus pisadas.
- ¡Bieeeeeeeen...! - exclamaron todos riendo y aplaudiendo la imprevista escena, mientras Zhivago agitaba las manos para pedir silencio.
- Y es que los recuerdos... también están hechos de esto.





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